La transición energética, la lucha contra el calentamiento global y el actual desafío alimentario encuentran una respuesta en una nueva gestión de los cultivos.
Un estudio de la Universidad Estatal de Ohio muestra como mientras más de 600.000 familias granjeras de EE.UU. quebraban, otras conseguían aumentar sus beneficios en un 300% de media. ¿Qué habían hecho los segundos? Dar el paso hacia lo que se conoce como agricultura regenerativa. Es la misma que se hizo famosa en el documental Besa el suelo de Netflix por salvar de la ruina a un agricultor que se había quedado sin dinero para invertir en nuevas cosechas.
“La agricultura regenerativa busca no depender de insumos externos, como gasóleo, insecticidas, herbicidas o fertilizantes. Unos insumos que son cada vez más costosos”, señala Marc Gràcia, investigador del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf) y colaborador del proyecto Planeses Agricultura Regenerativa. En lugar de estos insumos, este tipo de prácticas agrarias se sirven de técnicas como promover la biodiversidad para combatir las plagas o enfermedades.
La agricultura regenerativa busca no depender de insumos externos, como gasóleo o fertilizantes
Otra ventaja clave en tiempos de sequía como los actuales “es la mayor resistencia y tolerancia de los suelos de la agricultura regenerativa en periodos de pocas precipitaciones, así como a la erosión por viento y lluvias extremas”, explica Ralph Rosenbaum, investigador del programa Sostenibilitat en Biosistemas del IRTA. Sirva de ejemplo el caso de la bodega australiana Cargo Road Wines. Mientras el país vivía la peor sequía en 100 años, esta empresa no solo logró sacar adelante sus cosechas, sino incrementar la producción en un 11,24%.
Gràcia destaca también que se trata de “sistemas con elevados niveles de producción porque los suelos son más fértiles, al ser más ricos en materia orgánica”.
Más allá de todas estas ventajas, la gran clave de la agricultura climática es su capacidad para almacenar dióxido de carbono (CO2), principal gas responsable del calentamiento global. De hecho, a la agricultura regenerativa se la llama también la agricultura del cambio climático.
Los suelos agrícolas contienen el 31% de los stocks de carbono de los suelos de la Unión Europea, según un reciente estudio del Creaf, la UB, la UAB, el CTFC y el IRTA. Los suelos del sur del continente y los del Mediterráneo son los más pobres en carbono, pero a la vez los que tienen más capacidad de almacenamiento. Los autores de la investigación estiman que si se cambiara la actual gestión agraria por otra centrada en el secuestro de carbono y en la regeneración de la fertilidad, habría un potencial de secuestro de 67,5 millones de toneladas de CO2equivalentes para las tierras de cultivo de la Unión Europea. En la actualidad, los suelos agrarios catalanes contienen tanto CO2como el que emite Catalunya en un año.
Este cambio de modelo productivo implica “una inversión en conocimientos, recursos y tiempo”, advierte Gràcia. El experto señala que en “cinco años ya se puede empezar a ver resultados muy evidentes”. Pero cinco años pueden ser mucho tiempo para un agricultor. A la inversión en conocimientos, tiempo y monetaria, se añade el hecho de que la producción se ve inicialmente reducida. En este sentido, Gràcia afirma que el “agricultor no puede asumir todos estos costes” y que “van a necesitar la ayuda de las administraciones”.
La tierra es más resistente a periodos de sequías y a la erosión por viento y lluvias extremas, lo que evita pérdidas de suelo
Otro problema añadido es la escasa experiencia en agricultura regenerativa que hay en Catalunya. “Es necesario investigar para poder empezar a implementar estas técnicas de forma estandarizada y a mayor escala”, indica Francesc Domingo, investigador del IRTA. Este es precisamente el objetivo que persigue el proyecto europeo Siram (ver texto complementario).
Los mercados de inversión no son ajenos a esta tendencia. AXA, Unilever y Tikehau Capital han anunciado la creación de un fondo de inversión especializado en proyectos y empresas que apoyen la transición hacia una agricultura regenerativa. “Se necesitan grandes sumas de capital para cambiar nuestros modelos de producción, lo que a su vez genera oportunidades de inversión muy importantes. Este fondo de capital privado buscará habilitar y ampliar las prácticas de agricultura regenerativa en toda la cadena de valor”, explica Pierre Abadie, director de clima de la gestora de fondos Tikehau Capital.