El documental «Revivir el Campo» acerca la transición hacia una agrícultura regenerativa a los agricultores y a la sociedad, y relata experiencias y testimonios con los que su director, el biólogo Diego García-Vega, pretende demostrar «que se pueden regenerar los agroecosistemas para mantener la viabilidad de la agricultura» con una solución positiva para los agricultores.
Para ello, García-Vega, reconoce que ha realizado un ejercicio de realismo, dando voz en su relato audiovisual a agricultores que tienen producciones más grandes y exponiendo las mejoras regenerativas que implementan en sus cultivos.
De la agricultura intensiva a la regenerativa
“Creo en un futuro regenerativo, la agricultura ecológica es parte del camino hacia él”, explica García-Vega a EFEverde. Una transformación que se muestra en el documental, de la mano de Antonio Ruiz, un agricultor que comenzó por dejar de utilizar fertilizantes y pesticidas químicos.
“En el año 87 me estaban haciendo una prueba de los bronquios porque respiraba mal, tenía EPOC al 50%. El médico me dijo: se te está secando la entrada de los pulmones debido a los organoclorados y organofosforados que estás echando en tus frutales, si no cambias de oficio tu vida va a ser corta» relata Ruiz en el documental.
Aquel diagnóstico impulsó su cambio hacia la agricultura ecológica y aunque, no fue fácil, dio resultado: «la tierra empieza a darte las gracias por haber tomado esa decisión”.
Los agricultores y la sociedad desean un cambio
“Vemos que, con la agricultura ecológica, enfrentaremos el futuro de extremos climáticos mejor”, apunta Marcos Garcés, otro de los agricultores que cuenta su experiencia en “Revivir el Campo”. Las voces del documental coinciden en que para la transición a una agricultura regenerativa se necesita formación para los agricultores, mostrar casos de éxito y un acompañamiento económico hasta que el cultivo comienza a funcionar. También es necesario, crear políticas de consumo para hacer más accesibles estos productos a la población, impulsar beneficios fiscales para los pequeños agricultores, invertir en comercios alimentarios cooperativos y locales y acortar las cadenas de suministro para liberar los precios de los productos.
“Soy optimista ante las iniciativas ciudadanas, los agricultores y la sociedad quieren un cambio a mejor: un entorno sostenible, más rentabilidad, seguridad y resiliencia”, defiende García-Vega.
Los casos de éxito alzan su voz
La agricultura regenerativa mejora las condiciones del suelo, captura CO2 de la atmósfera, aumenta la biodiversidad en el entorno y mejora la gestión del agua. También, incluye el laboreo de conservación, los cultivos de cobertura, el pastoreo planificado del ganado, la rotación de cultivos, la reducción o la ausencia de fertilizantes sintéticos y la aplicación de materia orgánica, según Climate Farmers.
Un ejemplo colaborativo de implementación de agricultura regenerativa con buenos resultados es el de la Asociación AlVelAl fundada en 2015 y que se desarrolla en varias comarcas de Granada y Almería. Hoy cuenta con más de 500 socios en un territorio de más de 1 millón de hectáreas.
El objetivo común del proyecto es recuperar la fertilidad de los suelos y mejorar las condiciones agrícolas y la productividad de la forma más sostenible posible compartiendo conocimientos y maquinaria. Para lograrlo, el acompañamiento es fundamental y cuando se une un nuevo socio le aportan formación sobre agricultura regenerativa, se realiza una visita a su finca y se analiza el estado inicial del suelo, para hacer seguimiento de su evolución y mejora.
De esta manera, pequeños y medianos agricultores mantienen el control de los cultivos, algo que es esencial, según el ingeniero agrónomo Miguel Ángel Gómez, otra de las voces del documental quien señala que “no podemos dejar la agricultura en manos de grandes monopolios, esta debe pertenecer a los pequeños agricultores”.
Acciones inmediatas hacia este nuevo modelo
Para el director de «Revivir el Campo» otro de los motores del cambio puede ser modificar nuestro entorno alimentario: nuestro patrón de consumo que está determinado por el supermercado en el que compramos, el horario laboral que nos permite ir a comprar a partir de una determinada hora, el sueldo que da acceso a un tipo de producto o a otro y, por ejemplo, la publicidad que nos llega y nos condiciona a comprar alimentos malos para nosotros, etc. Si cambiáramos conscientemente nuestros entornos alimentarios y descendieran los precios, sería más factible la transición”.
Fuente: EFE Verde