La contaminación y el humo de los incendios forestales, sumados al aire seco, perjudican la salud humana. Descubre cómo afectan a tu cuerpo y algunos consejos para protegerte.
Cuando la contaminación atmosférica de las ciudades y el humo de los enormes incendios que asolan Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay se suman al aire seco típico del invierno, la calidad del aire puede llegar a ser extremadamente mala.
Además de las partículas finas habituales en la contaminación atmosférica, el aire que contiene el humo de los incendios forestales contiene otras sustancias químicas tóxicas que varían en función de lo que se esté quemando, ya sea biomasa (material formado por árboles muertos, hierba y animales), casas, coches o cualquier otra cosa, lo que genera un aire contaminado de peor calidad, explica la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
Datos recientes mustran que, en septiembre de 2024, Brasil concentra cerca del 76% de las áreas afectadas por incendios forestales en tosa Sudamérica, según el Programa de Quemas del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE). También ha aumentado el número de incendios en el bioma brasileño del Cerrado, superando a los de la Amazonia.
El alarmante número de incendios en los estados brasileños que componen la Amazonia, en el Pantanal y también en zonas del Sudeste, como São Paulo, sumado a los incendios que se están produciendo en Bolivia, han formado una nube de humo con potencial para alcanzar más países sudamericanos, como Argentina y Uruguay.
Pero, ¿cómo siente el cuerpo humano los efectos del aire seco y cargado de humo y qué grupo de edad se ve más afectado? ¿Hay alguna forma de protegerse o minimizar los efectos del aire de mala calidad? National Geographic habló con un experto en salud para aclarar estas y otras cuestiones.
La combinación de aire seco y humo puede ser muy peligrosa para la salud. Varios países sudamericanos están atravesando un periodo de muchos incendios forestales, que comprometen la calidad del aire de la región.Fotografía de Joédson Alves Agência Brasil
Los efectos del aire seco y contaminado en el organismo
“El aire seco es un irritante para las mucosas de las vías respiratorias, por lo que inmediatamente se empieza a sentir irritación en la nariz al inhalarlo”, explica Paulo Camiz, médico general y geriatra del Hospital das Clínicas de São Paulo y profesor de la Universidad de São Paulo (USP) en Brasil.
El médico explica que todas las partes del cuerpo que entran en contacto con el aire del ambiente exterior sienten los efectos, por lo que, además de las mucosas nasales, las mucosas bucales (boca) y las vías respiratorias inferiores (garganta), así como los ojos y la piel, empiezan a sufrir con el aire seco y contaminado.
Cuando se inhala ese aire contaminado, se produce un aumento de la producción de secreciones (mucosidad) para intentar compensar la falta de humedad del aire, explica el profesional brasileño. “Esto puede provocar congestión nasal, nariz tapada, estornudos y tos debido a la irritación. Esto favorece la colonización de estas secreciones por bacterias, provocando infecciones respiratorias asociadas a esta situación”, señala Camiz.
Las investigaciones también indican que esta combinación de aire seco y humo de incendios forestales puede ser aún más peligrosa. En un artículo de National Geographic titulado La contaminación atmosférica nos roba inteligencia y pulmones, el investigador Xin Zhang, de la Universidad de Pekín (China), afirma que el aire contaminado causa daños no solo en los pulmones, sino también en la materia blanca del cerebro. Otros estudios también han relacionado la contaminación atmosférica con la mala salud del corazón y la diabetes, según el mismo artículo.
Ancianos o niños: ¿quién es más sensible al aire seco y contaminado?
Todas las personas expuestas al aire seco y contaminado por el humo de los incendios sienten los efectos en su salud. Sin embargo, quienes son alérgicos o tienen problemas respiratorios (asma, rinitis, sinusitis, entre otras) siente aún más el impacto.
Los niños y los ancianos, sin embargo, constituyen dos grupos más sensibles a esta afección atmosférica. Ambos grupos de edad tienen características específicas que requieren más cuidados y, en el caso de los niños, esto se debe a que su sistema respiratorio aún no está completamente desarrollado, explica el Departamento de Salud de São Paulo.
Los ancianos, por su parte, son más vulnerables debido principalmente a la baja cantidad de agua corporal que poseen de forma natural. “Si una persona joven tiene el 70 % de su peso constituido por agua, las personas mayores tienen alrededor del 50 %”, aclara. Camiz.
El especialista también explica que, dado que los ancianos tienen una menor reserva de agua, poseen menos capacidad para defenderse en una situación de sequedad y contaminación ambiental. Por ello, son más propensos a desarrollar problemas respiratorios.
Fuente: National Geographic