¿Brecha de género en emisiones?

Los efectos del cambio climático nos obligan a analizar no solo los patrones de producción, sino también los de consumo. En ese análisis, una variable inesperada comienza a ganar fuerza: el género. Una nueva investigación realizada en Francia sugiere que los hombres emiten 26 % más gases de efecto invernadero que las mujeres, especialmente por su consumo de carne roja y el uso del automóvil.

La evidencia pone sobre la mesa la necesidad de entender las normas de género como un componente estructural que incide en los hábitos de consumo y, por ende, en la huella de carbono. Desde la responsabilidad social, esta perspectiva nos permite repensar nuestras estrategias de incidencia para una transición sostenible más equitativa y efectiva.

La huella ambiental de los hombres: una diferencia significativa

El concepto de huella ambiental de los hombres ha comenzado a ocupar un lugar central en los estudios de sostenibilidad. Según el análisis francés, aunque factores como el ingreso y la educación explican parcialmente las diferencias, el comportamiento de consumo sigue teniendo un peso decisivo. Incluso después de controlar variables socioeconómicas, los hombres siguen generando un 18 % más de emisiones que las mujeres.

Los principales responsables de esta diferencia son dos: el consumo excesivo de carne roja y el uso frecuente del automóvil. Ambos hábitos, cargados de connotaciones culturales sobre masculinidad, representan entre el 6.5 % y el 9.5 % de la brecha de emisiones. Esta correlación evidencia que las construcciones sociales también contaminan.

huella ambiental de los hombres

En cambio, no se encontró diferencia significativa en el uso del avión, lo cual sugiere que ciertos hábitos individuales tienen mayor impacto que otros. La huella ambiental de los hombres se consolida, entonces, como un indicador útil para diseñar políticas diferenciadas de mitigación con enfoque de género.

Género, consumo y narrativa cultural

El estudio plantea un debate profundo sobre cómo los estereotipos de género impactan el comportamiento ambiental. Se ha normalizado que el hombre “proveedor” consuma más carne o que el automóvil sea un símbolo de estatus masculino. Estas representaciones culturales, muchas veces invisibles, tienen consecuencias tangibles en la crisis climática.

En ese sentido, hablar de la huella ambiental de los hombres implica cuestionar normas que asocian la masculinidad con prácticas altamente contaminantes. De hecho, cuando se promueven dietas basadas en plantas o el uso de transporte sustentable, surgen respuestas defensivas que lo perciben como una amenaza a esa identidad tradicional.

Figuras de extrema derecha incluso han acuñado términos como “soy boy” para ridiculizar a quienes adoptan conductas ecológicas. Esta resistencia cultural representa un desafío clave para las estrategias de comunicación ambiental, que deben articularse con enfoques interseccionales y sensibles al género.

Las mujeres como agentes de cambio climático

Uno de los hallazgos más interesantes del estudio es que las mujeres tienden a estar más preocupadas por la emergencia climática. Esta mayor conciencia ambiental podría estar motivando sus decisiones de consumo más sostenibles, desde la alimentación hasta la movilidad.

Más allá de lo individual, esto se traduce en un potencial colectivo: las mujeres podrían ser aliadas estratégicas para acelerar la transición ecológica. No obstante, ello no debe derivar en la romantización del rol femenino, sino en un llamado a la corresponsabilidad, especialmente considerando la huella ambiental de los hombres.

Además, la percepción del alto costo personal que implica reducir su nivel de emisiones podría estar desincentivando a muchos hombres a involucrarse activamente en la agenda climática. Por eso, es clave replantear los modelos aspiracionales que hoy asocian el éxito con el hiperconsumo.

¿Es posible una masculinidad sustentable?

La solución no pasa solo por reducir la huella ambiental de los hombres, sino por transformar las bases simbólicas que la sostienen. Necesitamos promover nuevas formas de entender la masculinidad, desligadas del dominio sobre la naturaleza, el derroche o el consumo agresivo de recursos.

Desde la responsabilidad social, esto implica abrir espacios de diálogo que integren a los hombres en la construcción de una narrativa ambiental incluyente. Así como hay esfuerzos por transversalizar el enfoque de género en la sostenibilidad, también es tiempo de masculinidades sustentables.

Proyectos educativos, campañas comunicativas y liderazgos masculinos comprometidos con el medio ambiente pueden detonar ese cambio. La sostenibilidad no es una batalla de sexos, sino una transformación cultural que exige revisar nuestros modelos de identidad y pertenencia.

Lo estructural detrás del consumo

Resulta fundamental no caer en simplificaciones. Si bien la huella ambiental de los hombres es más alta, esto responde también a estructuras económicas y sociales que premian ciertos estilos de vida. Por ejemplo, mayores ingresos tienden a correlacionarse con mayores emisiones, y los hombres siguen ocupando más posiciones de poder y decisión.

Este contexto nos obliga a rediseñar políticas públicas y estrategias empresariales que no solo incentiven el consumo responsable, sino que cuestionen los incentivos detrás del sobreconsumo. El género, en este caso, no es solo una categoría analítica: es una clave para la justicia climática.

Reconocer estas dinámicas nos permite trabajar en medidas más eficaces y justas. La equidad de género no solo es un objetivo en sí mismo, sino un camino hacia modelos de desarrollo más sostenibles y resilientes.

Hacia una sostenibilidad con enfoque de género

La evidencia es clara: la huella ambiental de los hombres es un reto ambiental, pero también una oportunidad transformadora. Si queremos enfrentar la crisis climática de manera efectiva, debemos incluir el género como una dimensión estructural del problema y de la solución.

Este enfoque no solo mejora el diagnóstico, sino que amplía las posibilidades de cambio cultural. Desde la responsabilidad social, el reto es incorporar esta mirada en nuestras estrategias, para construir una sostenibilidad que no solo salve el planeta, sino que también lo haga más justo para todas las personas.

Fuente: Expok Comunicación de Sustentabilidad y RSE