Colillas de cigarros también son microplásticos y este es su fuerte impacto.

Durante años, los efectos del tabaquismo han sido analizados desde una perspectiva sanitaria, alertando sobre enfermedades respiratorias, cardiovasculares y diversos tipos de cáncer. No obstante, una dimensión poco explorada —pero igualmente crítica— es el efecto que el cigarro tiene sobre el medio ambiente. Las colillas, aparentemente inofensivas por su tamaño, encarnan una amenaza significativa y silenciosa, según un artículo publicado en Forbes.

Se trata de un residuo tóxico y omnipresente, pues cada año, alrededor de 4.5 billones de colillas son arrojadas al entorno natural, terminando en calles, playas y cuerpos de agua. Su composición, basada en plásticos como el acetato de celulosa, les permite perdurar durante más de una década, fragmentándose y liberando compuestos químicos nocivos para la biodiversidad terrestre y marina.

El impacto ambiental de las colillas de cigarros: un enemigo invisible

Las colillas de cigarros están hechas de acetato de celulosa, un tipo de plástico de un solo uso que se degrada lentamente. Con el tiempo, el filtro se rompe en microfibras que pueden clasificarse como microplásticos, afectando los ecosistemas en los que se acumulan. Este proceso ocurre sin que muchos fumadores sean conscientes del daño que ocasionan.

Además de su lenta degradación, estos residuos liberan sustancias tóxicas como plomo, arsénico, nicotina y cadmio. Cuando las colillas llegan al suelo o al agua, contaminan directamente los recursos naturales y afectan tanto a especies marinas como terrestres. La exposición continuada puede generar alteraciones hormonales, intoxicaciones y desequilibrios ecológicos.

impacto ambiental de las colillas de cigarros

A pesar de esta gravedad, las colillas siguen tratándose como basura común, lo que impide una gestión ambiental adecuada. Se calcula que cada filtro contiene entre 12 mil y 15 mil microfibras plásticas, agravando el impacto ambiental de las colillas de cigarros y dificultando su eliminación responsable.

Microplásticos disfrazados de filtro

La Organización Mundial de la Salud ha sido contundente al advertir que los filtros no mejoran la seguridad del producto, sino que representan una estrategia de marketing engañosa. En lugar de reducir daños, estos filtros se descomponen en partículas plásticas contaminantes. Es decir, fuman microplásticos, pero lo que desechan contamina aún más.

Cuando las colillas son aplastadas o transportadas por el agua y el aire, el acetato de celulosa se fragmenta en microfibras invisibles. Estas partículas tienen la capacidad de introducirse en los organismos marinos, y a través de la cadena alimentaria, también en los seres humanos. Esta ruta de exposición ha sido identificada como un riesgo emergente para la salud pública.

El impacto ambiental de las colillas de cigarros se amplifica por la falta de conciencia. Muchos consumidores no saben que su residuo cotidiano puede convertirse en una amenaza duradera, y mucho menos que se trata de un microplástico con efectos nocivos a largo plazo.

Hacia un tratado global contra los plásticos

En marzo de 2022, la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente dio un paso histórico al aprobar un tratado global para frenar la contaminación por plásticos. El llamado Tratado del Plástico busca establecer obligaciones legales vinculantes antes de 2024. Aunque ambicioso, el reto será incluir adecuadamente residuos menos visibles como las colillas de cigarros.

El tratado apunta a reducir plásticos de un solo uso, categoría que incluye los filtros de cigarro. No obstante, hasta ahora no han sido el eje central de las discusiones internacionales. Esto ha generado preocupación entre organizaciones ambientalistas que consideran que ignorarlos implica dejar sin atender uno de los contaminantes más comunes del planeta.

A pesar de esta omisión, el impacto ambiental de las colillas de cigarros ha sido señalado por ONG como Stop Tobacco Pollution Alliance. Su llamado es claro: si no se incluyen estos residuos en el tratado global, se perderá una oportunidad crucial para proteger los ecosistemas y reducir la carga tóxica en suelos y aguas.

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Eliminar los filtros: una solución urgente

En Europa, organizaciones como Surfrider Foundation han redoblado esfuerzos para que se prohíban los filtros de cigarro. Su argumento es claro: no aportan beneficios a la salud y sí generan una contaminación masiva, especialmente en zonas costeras. Prohibirlos sería una acción directa para reducir la presencia de microplásticos.

Durante la campaña “Surfrider Against Cigarette Butts”, en 2024, se recolectaron 183 mil colillas en 39 limpiezas ambientales. Este esfuerzo visibiliza la magnitud del problema y demuestra el compromiso ciudadano ante una amenaza ambiental subestimada. La meta para este año es movilizar aún más personas y presionar por una legislación más estricta.

El impacto ambiental de las colillas de cigarros no puede seguir tratándose como un problema menor. Su eliminación no solo es una medida lógica desde el punto de vista ecológico, sino también un paso esencial hacia una economía circular y libre de contaminación plástica.

cigarrillos

Una amenaza que ya no podemos ignorar

Los filtros de cigarro representan un problema ambiental complejo y extendido. No solo se trata de un residuo plástico más, sino de uno que engaña por su tamaño y falsa inocuidad. Su transformación en microplásticos y su toxicidad química los convierten en una amenaza urgente que demanda atención inmediata por parte de legisladores, empresas y consumidores.

Combatir el impacto ambiental de las colillas de cigarros requiere un enfoque integral: desde su prohibición y regulación, hasta campañas educativas y sistemas de recolección. No hay espacio para la indiferencia. Cada colilla abandonada representa una microamenaza con macroconsecuencias. El momento de actuar es ahora.

Fuente: Expok Comunicación de Sustentabilidad y RSE.