En los últimos 50 años se ha acelerado el efecto del cambio climático. Más allá de la degradación de los terrenos, de la pérdida de la productividad y de la estructura biológica del suelo original, este proceso puede ser irreversible.
La desertificación y la sequía son problemas agudos en México que generan pobreza, afectan especialmente a los grupos vulnerables, sobre todo en zonas rurales, y ocasionan pérdida de tradiciones culturales; por ello, es necesario tomar conciencia sobre la situación e implementar acciones claras para preservar la salud de los suelos, considera el experto de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, de la UNAM, Gustavo Mercado Mancera.
El especialista en manejo y preservación de recursos naturales destaca que hoy en día nos damos cuenta de que no solamente los ecosistemas áridos están en peligro, pues también las selvas, bosques templados y otros ambientes enfrentan un proceso de desertificación.
A pesar de que en la legislación existen pronunciamientos para el cuidado y conservación, seguimos con el avasallamiento de los recursos naturales, generando las causas de la degradación del suelo.
Cuando abordamos estos temas con los tomadores de decisiones les gusta más hablar de sequía, porque brindan apoyos en una temporada. Sin embargo, en más de 40 por ciento del país tenemos aridez y semiaridez, y esa es una condición permanente.
El profesor de Agrometeorología recuerda que las actividades humanas generan que estos fenómenos se exacerben y causen miles de muertes a nivel mundial por desastres naturales relacionados con falta de agua y migración. Por ejemplo, durante la sequía del 2010-2011 fueron más de 70 mil cabezas de ganado en México y hubo gente que emigró a Estados Unidos.
En entrevista con motivo del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas a partir de 1994, el experto abunda:
Incluso las tierras áridas –caracterizadas por ser sitios de baja precipitación, pero con una gran biodiversidad de flora y fauna– también sufren problemas de desertificación debido al sobrepastoreo, la erosión del suelo, además de las sequías que se han prolongado.
De acuerdo con el investigador, en los últimos 50 años se ha acelerado el efecto del cambio climático. Más allá de la degradación de los terrenos, de la pérdida de la productividad y de la estructura biológica del suelo original, este proceso puede ser irreversible.
Lamentablemente es como en el caso del agua, nos dicen “cuídala, dúchate rápido, no la desperdicies, reutilízala”, pero hay empresas que la siguen extrayendo sin parar, nadie les dice nada; el problema nos involucra a todos. Hay comunidades cercanas a esas compañías que tienen agotamiento de sus acuíferos, entonces la situación también se torna política, explica Mercado Mancera.
El experto recuerda que en 1998 la estación meteorológica de la FES Cuautitlán registró una temperatura máxima de 34 grados Celsius. Sin embargo, este año cursaron seis días en los que se superó esa cifra: el pasado 11 de mayo llegaron a 34.7 y el 25 del mismo mes, 35.6 grados Celsius.
Mercado Mancera afirma que ello agudiza los problemas de sequía que se presentan de forma natural en esta temporada al sumarse alta evaporación, pérdida del vital líquido, sobreexplotación de los acuíferos, presas en embalses de agua secos o con capacidades menores del 30 por ciento; por ejemplo, el sistema Cutzamala está por debajo del 50 por ciento de su capacidad.
Al abundar, precisa que no es posible hablar de este tema sin asociarlo a la tala, deforestación, generación de incendios o quema para el siguiente ciclo de cultivo, práctica que degrada la fertilidad del suelo. Esa es otra causa de la desertificación, porque se elimina la materia orgánica, la microflora benéfica en el suelo se pierde y ahí vamos fracasando.
Otra situación causante de la desertificación es el cambio de uso del suelo, pues la mancha urbana continúa su crecimiento de manera significativa; una de las razones es que la gente se desplaza de las zonas rurales a las urbanas.
En los años 50 del siglo pasado, en México y en el mundo la población rural significaba 70 por ciento del total; en las grandes urbes estaba el 30 o 35 por ciento, pero hoy en día la dinámica se invirtió y se concentra en las ciudades; las áreas rurales han sido abandonadas.
Mercado Mancera refiere también el problema de la pérdida de cultura en las comunidades porque los jóvenes salen a buscar mejores oportunidades de vida. Regresan vestidos con mezclilla, tenis, y sin ganas de volver al campo; es decir, hay una transculturización grande y severa en esos lugares.
Fuente: Portal Ambiental