Considera estas dos personas: Uno vuela semanalmente al trabajo; el otro vive en un estudio y camina todos los días a la oficina. En la superficie, está claro aquí quién tiene la mayor huella de carbono. Volar es notoriamente horrible, en cuanto a las emisiones, y cuando comparas un vuelo semanal con el uso de energía de una casa pequeña y las emisiones de un viaje diario a pie, el resultado es obvio.
Pero aquí hay un detalle: el que vuela semanalmente es un científico del clima que viaja por todo el mundo enseñando sobre los peligros del cambio climático. La segunda persona trabaja para una agencia de marketing y hace anuncios para una compañía petrolera. Entonces, ¿quién está contribuyendo más a la emergencia climática, realmente?
Hace casi 20 años, una inteligente campaña de BP nos trajo el concepto de la huella de carbono, una herramienta ahora omnipresente que se supone que te ayuda a calcular cuánto estás contribuyendo personalmente al cambio climático.
El problema con la huella de carbono es que, como muestra el ejemplo del científico del clima y el comercializador de la industria petrolera, nuestras huellas no pintan una imagen precisa de nuestro verdadero impacto individual en la crisis climática.
Y al animar a las personas ecologistas a utilizar sus huellas de carbono como una “guía” para luchar contra el cambio climático, corremos el riesgo de que gasten toda su energía en acciones individuales de bajo impacto que son fáciles de cuantificar, como reciclar o apagar las luces, en lugar de poner esa energía en un trabajo más amplio y significativo, como presionar a los políticos locales o hablar en el trabajo sobre prácticas derrochadoras.
Si tenemos alguna posibilidad de frenar el cambio climático, que, según un informe reciente de la ONU, ha puesto “al mundo en un camino catastrófico”, necesitamos desesperadamente una métrica más completa. Necesitamos algo que realmente abarque el impacto total que cada uno de nosotros tiene en nuestra crisis climática.
UNA MEDICIÓN MÁS COMPLETA DE TU CONSUMO
La “sombra climática” es un concepto creado para ayudarnos a visualizar cómo la suma de las elecciones de nuestra vida influye en la emergencia climática. Piensa en tu sombra climática como una forma oscura que se extiende detrás de ti.
Dondequiera que vayas, también va, contando no solo tu uso de aire acondicionado y el consumo de gasolina de tu automóvil, sino también cómo votas, cuántos hijos eliges tener, dónde trabajas, cómo inviertes tu dinero, cuánto hables sobre el cambio climático y si tus palabras amplifican la urgencia, la apatía o la negación.
El poder de tu sombra climática es que, a diferencia de una huella de carbono, incluye acciones que desafían el cálculo fácil (que, como nos mostró la huelga #FridaysforFuture de Greta, casi todas las acciones de alto impacto lo hacen).
“Tengo una amiga que decidió no tener un hijo debido a preocupaciones climáticas y otra que ayuda con el programa de energía verde de nuestra compañía local de servicios públicos. Estas opciones no se contarían en una medición de sus huellas de carbono, pero sí tendrían en cuenta sus sombras climáticas. La sombra climática también incluye comportamientos contagiosos, como instalar paneles solares, dejar de volar o hablar sobre el cambio climático en conversaciones cotidianas”, explica la autora del artículo, Emma Pattee.
¿CÓMO MEDIR MI SOMBRA CLIMÁTICA?
Visualizo mi sombra climática compuesta de tres partes: mi consumo, mis elecciones y mi atención.
Mi consumo incorporaría mis expectativas de estilo de vida, como usar el aire acondicionado todo el verano o desear el envío en dos días cuando compro en línea, así como mi participación en la cultura del consumo (publicar sobre nuevas compras en Instagram, gastar dinero que se destina a una empresa o cadena de suministro sostenible a largo plazo) y, sí, mi huella de carbono.
Mis opciones incluirían cómo dono e invierto mi dinero, la cantidad de niños y mascotas que tengo, y para qué tipo de empresa trabajo y el tipo de trabajo que hago para ellos.
Mi atención es probablemente la más nebulosa, pero quizás la más importante: ¿Cuánto de mi atención se centra en la crisis climática? ¿Cuántas horas estoy dedicando a la acción climática? ¿Es al menos lo que gasto viendo Netflix, planeando mis próximas vacaciones o tomando una clase de barra?
Cada uno de nosotros tendrá que someterse a una especie de ajuste de cuentas espiritual, y ese tipo de evaluación no se puede hacer siempre con una calculadora (como la huella de carbono). Para conocer la verdadera extensión de tu impacto en el planeta, más allá de conocer tu huella de carbono, comienza a mirar lo que está detrás de ti, tu sombra climática.
Fuente: Futuro Verde, página de noticias.